¿Ya tenemos Tierra de recambio? ¿Podremos mudarnos cuando ésta ya no dé más de sí? ¿Encontraremos anfitriones esperando?
De momento son preguntas sin respuesta surgidas ante la noticia del descubrimiento de Gliese 581g, el nuevo planeta localizado en la constelación de Libra por los telescopios del Observatorio Keck (Hawai) días atrás. Lo que le hace distinto a otros y más atractivo a la hora de elucubrar es el hecho de que se halla a una distancia adecuada de su estrella, la enana roja Gliese 581, lo que permite una temperatura estable en la superficie entre -12º y 31º, además de poseer una fuerza de gravedad similar a la nuestra que permitiría retener una atmósfera alrededor y abre la puerta a la posible existencia de agua.
Su órbita dura 36,6 días y la masa que se le calcula induce a pensar que su superficie es rocosa lo que, unido a un tamaño tres veces el de la Tierra, configura un interesante destino para la ciencia ficción (salida al exceso de población de la Humanidad) o la cruda realidad (más oportunidades para especuladores del suelo y constructores). Aunque quizá en la práctica se reduzca a la mitad, dado que Gliese 581g no tiene movimiento de rotación y, por tanto, presentaría dos caras: una cálida, de constante luz diurna, y otra más fría, de noche eterna.
Y si noctámbulos y trasnochadores se frotan las manos diciendo que no les importa, que así hay mas tiempo para la juerga, habrá que recordarles que hoy por hoy es un sueño, valga la ironía, mientras no seamos capaces de superar la distancia de 20 años luz que nos separan del nuevo mundo.
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© jorge para La Brujula Verde, 2010. |
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