Hay una máxima no escrita que es que no vayas a comprar al supermercado cuando estás hambriento. Porque el hambre provoca en el ser humano un ansia desmedida de comprar cosas que probablemente no necesite, generalmente no relacionadas con la comida. Eso es a la conclusión que ha llegado Alison Jing Xu, de la Carlson School of Management de la Universidad de Minnesota, que firma un artículo con otros dos colegas en la revista PNAS (Proceedings of The National Academy of Sciences of The United States of America).
La recomendación general es que no compres en una tienda física, ni tampoco en Internet, antes de almorzar, porque si tienes hambre existe la probabilidad de que adquieras una serie de artículos no relacionados con la comida de los que en última instancia te arrepentirás.
Parece algo irracional, pero en esta investigación estos tres profesores universitarios lo confirmaron en cinco ensayos de comportamiento con una muestra de 379 voluntarios.
Uno de estos ensayos se basó en pedirles en un café, clasificados conforme al hambre que tenían, que comentaran sobre distintos tipos de alimentos, como sándwiches o galletas, pero también sobre otros productos como tratamientos en un spa o iPad Minis.
La conclusión fue sorprendente: los que tenían más hambre tenían un deseo mayor de comprar ambos tipos de productos que el resto de los voluntarios que no mostraban esa sensación.
En otro ensayo realizado más tarde en la universidad, la mitad de ellos comieron un pastel y a todos les enseñaron una carpeta de clip. Valoraron de 1 a 10 cuánto les gustaba esa carpeta, y a todos más o menos les gustó. Sin embargo, un 70% de los que tenían hambre se quedaron con la carpeta sin habérsela regalado.
Finalmente, para confirmar sus conclusiones los tres investigadores, Xu, Norbert Schwarzb y Robert S. Wyer Jr, fueron a un gran almacén y revisaron los tiquets de 81 clientes que previamente les habían facilitado datos sobre su humor y qué hambre tenían. En este caso, los clientes más hambrientos compraron más productos que no eran comida y gastaron un 60 por ciento más que el resto.
Las conclusiones de este trabajo de investigación de Xu y sus colegas revelan que el hambre provoca que la gente compre más cosas, no precisamente más baratas o en oferta. “Esto sucede porque los motivos iniciales activarían esos comportamientos de compra que se trasladaban también a artículos que no son alimentos”.
Vía: Smithsonian.com
Foto: Javier Lastras en Flickr