
Hay muchas formas de recordar y rendir honores a los caídos en un campo de batalla. Erigir una estatua o monumento es la clásica, aunque de un tiempo a esta parte la cosa se va modernizando con la incorporación de artistas que aportan ideas diferentes, rompedoras y más emotivas. El enorme manto de amapolas de la Torre de Londres imitando sangre como homenaje a los británicos caídos -le dedicamos un post el año pasado- fue la exitosa y mediática propuesta de Paul Cummins; otras iniciativas tratan de ser tan imaginativas o más.
Es lo que que se hizo en el Monte Piana, una montaña de 2.324 metros de altitud situada en los Dolomitas, entre el sur de Tirol e Italia. En ese escarpado lugar se libró una dura batalla durante la Primera Guerra Mundial, enfrentando a austríacos e italianos por el control de la zona. Los primeros ocupaban la cumbre norte, algo más baja y conocida como Monte Piano, mientras los segundos hacían lo mismo con la sur, quedando ambas partes unidas por el llamado Tenedor Castrati; dieciocho mil soldados perdieron la vida en los combates, que duraron dos años y no tuvieron vencedor.

Hace ya tiempo que se el campo de batalla ha sido sometido a un proceso de recuperación, rehabilitádose trincheras, parapetos, túneles y puestos de observación. Pero este 2015 se cumplió el primer centenario de los hechos y, para no dejar caer en el olvido el esfuerzo de aquellos hombres, se organizó un curioso evento: el Highline Meeting Monte Piana, que reunió a jóvenes de todo el mundo aficionados al deporte de la escalada.
En realidad, no era algo nuevo porque fue creado en 2012 con carácter anual, sólo que este año es una efeméride especial. Alessandro d’Emilia y Armin Holzer fueron los autores de la alucinante idea, que básicamente consiste en subir hasta allá arriba y practicar deportes al aire libre, siendo el momento estrella el descansar en hamacas colgadas de un cable sobre el abismo. Esta vez fueron veintiséis montañeros los que se reunieron para compartir tiempo, cantar y confraternizar, transformando lo que fue un lugar de enfrentamiento y muerte en otro de paz y recuerdo.

Entre ellos se encontraba el fotógrafo vienés Sebastian Wahlhütter, que fue el encargado de inmortalizar esos momentos. Tuvieron lugar el pasado mes de septiembre y duraron cinco jornadas, del 10 al 15, constituyendo una interesante e intensa experiencia, mezcla de emoción, relax y riesgo calculado. No todos los días se puede descansar en una hamaca pero menos aún si ésta se acompaña de otras dieciséis y todas penden sobre un precipicio.
Más información: Highline Meeting
Fotos: Sebastian Wahlhütter
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Tumbados sobre el abismo para conmemorar una batalla de la Primera Guerra Mundial se publicó en LBV Magazine