Aparte de Sábado Santo, hoy es el día de San Jorge, patrón de Inglaterra, Rusia, Ucrania y unos cuantos países más, sin contar las ciudades. En España también es la referencia de Cataluña, lugar donde es tradicional regalar una rosa y devolver un libro, aunque esta costumbre ya se ha extendido a toda España. Se trata de una tradición barcelonesa del siglo XV según la cual el 23 de abril se regalaba esa flor a todos los asistentes a la misa en la capilla de Sant Jordi, que hoy forma parte del Palacio de la Generalitat. El libro se incorporó más tarde, en 1926, a propuesta del escritor Vicent Clavel Andrés, para celebrar el nacimiento de Cervantes, un 7 de octubre. Así se creó la Fiesta del Libro Español, aunque luego se trasladó la fecha al 23 de abril para conmemorar la muerte. En 1996, la UNESCO adoptó esa iniciativa e instituyó el Día del Libro porque la misma jornada de 1616 también falleció William Shakespeare (aunque en realidad hay una diferencia de pocos días porque Inglaterra y España usaban calendarios distintos). Por cierto, un 23 de abril de 1981 registró otro deceso literario más: el de Josep Pla.
Jorge, nombre de origen griego que significa labrador, era un tribuno militar natural de Capadocia que, en tiempos de Diocleciano, profesaba la fe cristiana y se negó a colaborar en la dura persecución que este emperador romano desató contra esa religión. Por ello fue arrestado, torturado y decapitado en el año 303 d. C, en la ciudad de Lydda (actualmente Lod, Israel). Mártir y santo, pronto se creó a su alrededor la leyenda del milites christi asimilada al mito de Perseo que los cruzados difundieron desde Siria hacia el siglo XI.
Dicha leyenda cuenta que en la ciudad de Silene (en la actual Libia), un fiero dragón impedía el paso a través del lago, por lo que la única forma de cruzarlo era mantener al monstruo satisfecho ofreciéndole ganado periódicamente. Pero su voracidad era tal que pronto se acabaron las reses y hubo que entregarle jóvenes humanas que se decidían por sorteo. Cuando le tocó a la hija del rey apareció un caballero que se ofreció a matar a la bestia a cambio de la conversión de todos los habitantes. Y, en efecto, San Jorge atravesó al dragón con su lanza, haciendo brotar de la herida un chorro de sangre que se convirtió en rosa. Y, tal como habían prometido, ante tal prodigio todos los ciudadanos de Silene abrazaron el cristianismo.