Ya son conocidas las matanzas de focas en Canadá y de delfines en Japón, habiendo tenido ambas un importante impacto mediático e incluso la realización de alguna película-denuncia. Pero no lo era tanto una tradición que tiene lugar cada primavera en las Islas Feröe, un archipiélago autónomo del Mar del Norte que pertenece a Dinamarca: la Grindadap.
Consiste en una caza masiva de calderones (una variedad de delfín que mide en torno a 6 metros de longitud y es conocida también como ballena piloto) que tiñe la superficie marina de las bahías de un impresionante e intenso color rojo. Millar y medio de ejemplares son empujados por las embarcaciones de los pescadores locales hasta aguas bajas, donde los nativos puedan hacer pie, y entonces da comienzo el holocausto. Una especie de ritual iniciático comunitario que tiene un milenio de antigüedad y constituye un auténtica metáfora de entrada en la edad adulta para los adolescentes.
No es una visión precisamente apta para mentes sensibles. A los animales, que son inofensivos, se les mata con todo tipo de armas blancas, desde arpones a simples cuchillos pasando por garfios que se usan para arrastrarlos, a menudo aún vivos. No se hacen distinciones por edad y caen familias enteras con crías y hembras preñadas. Las muertes, dado el arcaico instrumental empleado, suelen ser lentas.
Casi todos los habitantes participan de la fiesta, unos activamente -adolescentes con sus padres- y otros como meros pero entusiastas espectadores, reunidos en playas y laderas de los alrededores. Y no se priva a los niños de contemplar el salvaje espectáculo.
Está prohibida la comercialización de la carne de las ballenas, que se destina exclusivamente al consumo local. Algo que, junto a la tradición, enarbolan los gobiernos de las Islas Feröe y Dinamarca como excusa para saltarse la prohibición internacional de cazar estos pequeños cetáceos.
Grindadáp, la matanza anual de calderones de Islas Feröe se publicó originalmente en La Brujula Verde.