No es nueva la idea de instalar un telecopio en la Luna. La NASA, por medio del Centro Goddard, ya anunció ese objetivo hará unos cinco años, con la original idea de no enviar grandes lentes o espejos desde la Tierra sino aprovechar los materiales naturales que ofrece el propio satélite. O, mejor dicho, el material, polvo de la superficie y rocas, pues poco más hay allí.
Dicho polvo serviría para hacer cristales de forma parabólica y, tras cubrir el espejo con aluminio, se tendría listo un telescopio reflexivo. De gran tamaño, además, dada la facilidad que proporciona la baja gravedad. Las ventajas de un aparato así en la Luna son enormes, pues al no haber atmósfera ni la contaminación lumínica de nuestro planeta, la visión sería mucho más diáfana.
Precisamente por esas facilidades ya hay dos empresas privadas planeando algo similar en un proyecto denominado ILOA (Lunar Observatory Association), que persigue la instauración en nuestro satélite de una base científica y comercial.
En concreto pretenden colocar un par de antenas de dos metros con sendos pequeños telescopios ópticos en alguna colina lunar, siendo la ubicación preferida el borde del cráter Malapert, de cinco kilómetros de altitud. Desde ahí, los telescopios podrían observar el centro de la Vía Láctea con total claridad gracias a la ausencia de los factores antes explicados, a los que se añadiría el bloqueo de ondas de radio e interferencias electromagnéticas que produce aquí la vida moderna.
Los astrónomos sugieren instalar también otros dos aparatos semejantes en la cara oculta de la Luna porque las fotos, dicen, serían de mucha más calidad. El problema es que sería necesario controlarlos desde satélites artificiales, incrementando muchísimo el coste. El cráter Malapert tiene la ventaja de constituir una línea directa con la Tierra.
Asimismo, hay que tener en cuenta las condiciones en esa cara oculta: dos semanas de exposición a las temperaturas diurnas, que alcanzan los 120º, seguidas de otras dos por debajo de 170º bajo cero. Todo un desafío para los ingenieros. En cambio, Malapert se halla en el polo del satélite, expuesto a la luz del sol durante un 90% del período de rotación, por lo que el contraste térmico sería menor, bajando “sólo” hasta 50º bajo cero. Ello permitiría colocar paneles solares para suministrar electricidad, evitando la alternativa de la energía nuclear.
En consecuencia, los polos de la Luna se perfilan como los sitios más adecuados para un hipotético y futuro asentamiento humano. Sin contar con que también ofrecen riquezas minerales. En cualquier caso la cosa parece que ya está en marcha, con vistas a empezar en 2016 para tenerlo todo listo dos años más tarde. No obstante, en 2015 se dará un primer paso enviando el ILO-X, un telescopio que tiene como misión probar in situ tanto el software como el hardware que se utilizará.
La inversión de todo el plan rondaría la nada despreciable cifra de cien millones de euros, por lo que se tiene en mente proponer la cooperacion financiera de todas las agencias espaciales del mundo
Vía: Wired
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